miércoles, 31 de agosto de 2011

# 13 - Nacido en 1991


Como quien no quiere la cosa este año se cumple el 20 aniversario de la alineación planetaria a partir de la cual se concibieron gran parte de los discos que más tarde configurarían los cimientos de la educación musical de muchos de nosotros. Y es que en 1991 se editaron una serie de discos que no sólo conllevaron un fuerte impacto en el mercado musical sino que también supusieron el renacer de bandas que parecían acabadas, el final de otras que marcaron época, el nacimiento de iconos y estilos musicales o la transformación del sonido de bandas establecidas. Que noches la de aquel año!




Achtung baby, U2. Este álbum trajo consigo una auténtica revolución en el sonido de los irlandeses y el primer paso para conseguir el estatus de megabanda de la que hoy gozan.Coincidiendo con su momento de mayor inspiración compositiva y conscientes de que el sonido clásico que había presidido discos importantes dentro de su discografía como Unforgettable Fire, The Joshua Tree o Rattle and Hume no daba más de sí, marcharon a Berlín de la mano de Brian Eno para comenzar una radical metamorfósis sonora. Desde la irreverente Zoo Station, canción abanderada de su “Zoo TV Tour” y que debió provocar más de un desmayo de la vieja guardia de fans, hasta la delicada Love is Blinsness, se trata de un trabajo redondo de principio a fin en donde se sumergen en el mundo electrónico con la melodía como protagonista en todo momento.
Este estado de gracia desembocó en su siguiente y fantástico álbum “Zooropa”, más original que el anterior, pero que no convenció del todo a público y crítica, y que a mi gusto nunca llegaron a superar.










Use Your Illusion I&II, Guns & Roses. Con un total de 30 nuevos temas, ambos discos fueron editados consecutivamente y de forma independiente pese a que perfectamente podrían haber compuesto un álbum doble o más bien cuádruple en formato vinilo. La gira que acompañó a la presentación de los discos se convirtió en una de las más grandes nunca realizadas y junto con el éxito de ventas de ambos álbumes encumbró a GNR como una de las bandas más grandes del Glam Rock de la historia.


Con menos frescura que sus predecesores pero mucho más ambiciosos tanto en producción como en el campo de la composición, la banda presenta toda una variopinta gama de temas que va desde el rock más visceral con temas como Right next door to hell o You could be mine, baladas como Don’t cry o November Rain, temas sencillos con aire country como Dust n’ bones o 14 years, o temás de más de ocho minutos como Civil war, Coma o Estranged
Respectivamente se trata del tercer y cuarto álbum de estudio de la banda, y se puede decir que los últimos que la formación original grabaría antes de disolverse en 1993 (sin contar con el álbum de versiones de Spaghetti Confident) y a los que deben gran parte del prestigio por el que todavía hoy se le venera en medio mundo.

On every street, Dire straits. Sexto y último disco en la carrera de la banda antes de que Mark Knopfler iniciara su carrera en solitario de forma permanente, y que salió a la venta cinco años después del exitoso Brothers in arms. Se trata de un trabajo mucho más cercano al estilo que más tarde reflejaría el propio Mark Knopfler en trabajos como Golden Heart o Sailing to Philadelphia, y que parece denotar el cansancio que el bueno de Marki sentía por la dirección de la banda. Se reduce el número de composiciones de corte radiofónico, y facturan un disco mucho más íntimo con fuertes raíces blues, como la fantástica Fade to black, iron man o el sonido country de How long, sin olvidarse de maravillosas atmósferas marca de la casa como en Calling Elvis, Planet of New Orleans, o la brutal On Every Streets. Discazo que enamoraría a más de un agresor de la etapa Walk of life. Amen.


Innuendo, Queen. Décimo cuarto álbum de estudio de Queen y editado pocos meses antes de la muerte de Freddie Mercury por el SIDA. Sin duda uno de los discos más especiales de la banda por el carácter melancólico que alberga y por constituir todo un legado en el sonido de la más grande banda de rock de la historia.Si su predecesor, The Miracle, resultó un álbum un tanto impersonal y en cierta manera desaliñado que combinaba excelentes composiciones con otras no tan acertadas, cada tema presente en Innuendo representa una faceta de la banda desde la majestuosidad de Innuendo, el histrionismo Mercuriano de Im Going Slightly mad, la delicadeza de These are the days of our lives (quizá la mejor canción de Queen en su segunda etapa) o la crudeza de Headlong o The Hitman. Salvo tres temas claramente inferiores, se trata de un discazo que culmina con la conmovedora The Show Must Go on y que sigue poniéndole los pelos de punta a un servidor. El diseño es otro aporte de elegancia a este album con las ilustraciones que en el siglo XIX realizó el ilustrador Grandville y que también aparecen en el magnífico video de Innuendo. No soy nada objetivo, lo reconozco. Es lo que hay.




The black álbum, Metallica. Álbum que cerraba la etapa Thrash del grupo de San Francisco y con el que ponían el primer pie en el atractivo mundo del Showbusiness. Este es el primer trabajo fuera realmente de la estela de Cliff Burton, bajista que lideró sus primeras composiciones y que murió en accidente tres años antes, y con el que se apartan definitivamente de las composiciones más complejas y agresivas. Producido por Bob Rock, productor que les acompañaría hasta el fatídico St. Anger, posee un sonido muy diferente a todo lo anterior y en él aparecen muchos de los clásicos que se mantendrán en los repertorios de las sucesivas giras como Enter Sandman, Sad but true, My friend of misery, The Unforgiven, Where ever I may roam, o su archiconocida primera baladita Nothing else matters. Punto de inflexión.


 
Nevermind, Nirvana. Con apenas 25 años, Kurt Cobain, Dave Grohl y Krist Novoselic se disponían sin saberlo a lanzar al mercado una de las mayores bombas de relojería de la historia de la música. Desde Seattle y con amor, el estilo grunge nacía de la mano de grupos como Alice in Chains, Pearl Jam o los mismos Nirvana, y bajo el amparo de la compañía Subpop. Como no voy a decir que no se haya escrito ya, aqui va la crónica del momento.





We Can´t dance, Genesis. Último disco con la participación de Phil Collins como cantante de la banda, y reencuentro con los estudios desde su anterior Invisible Touch en 1986. El disco apuesta por una buena dosis de cortes de carácter comercial como we cant dance, Jesus he knows me o No son of mine, que dieron una gran repercusión mediática al álbum consiguiendo que sea este el álbum de mayores ventas en su carrera, y una vuelta temas de larga duración como Fading lights o Driving last spike. Como curiosidad decir que con la llegada del compact disc, la duración del disco no debía superar los 70 minutos con lo que se quedó fuera el tema On the shoreline.







Ten, Pearl Jam. Uno de los albums que lideraron el movimiento grunge y a buen seguro cambiaron el ritmo de los tiempos musicales. La banda de Seattle, se unía a bandas como Soundgarden, Nirvana o Alice In Chains, para esa mezcla de guitarras más gobernables que las del Punk, pero menos estilizadas que el Rock setentero, a la vez que dejaban de un lado los virtuosismos instrumentales para facturar temas como Once, Even Flow, Alive o Jeremy, y protagonizar uno de los discos fundamentales en cualquier discoteca que se precie. El disco, pese a que le costó despegar en las ventas, llegó superar al Nevermind de Nirvana.





 
Blood sugar magic sex, Red Hot Chilli Peppers. Quinto álbum de estudio de la banda californiana. Fué producido por Rick Rubin, y el primero dentro de la jugosa Warner. Hasta la llegada del aclamado Californication, fue el álbum de más éxito de la banda y del que han salido gran parte de los temas por los que se conoce a los RHCP como Give it away o Under the bridge. Es el segundo disco con el batería Chad Smith y el guitarrista John Frusciante. 








ACDC, Live. En 1991 ACDC renacía de su improductiva etapa ochentera con un disco que les devolvía, sino la fuerza de antaño, sí por los senderos que se merecen. Resultado de la gira de The Razors Edge, este directo plasma el momento más potente de la era Brian Johnson y se convierte en un disco necesario en la discografía de cualquier niño. Con un repertorio en el que apenas rozan el de su anterior, y hasta el momento, único directo If You Want Blood You’ve got it, las etapas de Bon Scott y Brian Johnson se reparten prácticamente por igual y es la mejor muestra de lo que los australianos son capaces de hacer en un escenario. Ahora esperar que se les ocurra grabar otro con todo el material que no les da la real gana de tocar. Ya lo he dicho (otra vez).

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jueves, 4 de agosto de 2011

Transatlantic - The Whirlwind (2009)


The Whirlwind es el último album de estudio de Transatlantic, el “Supergrupo” formado por Neil Morse (ex Spock’s Beard), Mike Portnoy (ex Dream Theater), Roine Stolt (The Flower kings, The Tangent) y Pete Trewavas (Marillion).

He de decir que Transatlantic no había llegado a cumplir las expectativas dentro de mi particular colección de sagrados sonidos que desde hace años me afano en conseguir para la siguiente vida. Quizá en su día me acerqué a ellos de forma equivocada buscando sustitutivos cuando el mono de la dreamtheateína me invadía, pero el caso es que cuando llegué a la tienda del mítico Pinzolas buscando algo como aquellos hipnóticos riffs de Rudess, Petrucci & co, no sé si llegué a escuchar las recomendaciones de uso o me cegaba el hecho de tener en mis manos una pieza más de la familia del Teatro de los Sueños. El disco que compré aquella mañana era el Live in Europe y el caso es que lo escuché ansioso, esperando el momento en que todo aquello explotara y volviera a sentir esa sensación de vértigo y velocidad que buscaba…pero aquello no me colocaba. La voz de Neil Morse me parecía, y me sigue pareciendo en ciertos pasajes, sin personalidad, Mike parecía tocar en pijama y todo tenía un aroma demasiado a reunión de amigos, sin que de aquello nadie pretendiera que saliera nada serio. Y así es cómo han pasado los años hasta que tras la tormenta generada por el abandono de Portnoy de DT, mis miedos de no volver a disfrutar de la sustancia sonora más adictiva que he consumido nunca me hacía rebuscar en el armario algo que placara mi ansiedad. Y curiosamente lo que me invitó a volver a escuchar Transatlantic fueron las tomas de batería para el disco que me ocupa, The Whirlwind, y las declaraciones de Mike Portnoy donde afirmaba que quería dedicar más tiempo a Transatlantic, con lo que todo esto me hacía pensar que esta vez la cosa iba más en serio.
Y efectivamente estamos ante un disco soberbio y para mi gusto muy por encima de todo lo que ha hecho la banda hasta ahora. Si te logras separar de la cara más heavy de Dream Theater y desentrañas el sonido de estos hasta sus texturas más pinkflodyanas propias de un progresivo más de la vieja escuela de los 70 encuentras, salvando las distancias, bastantes similitudes con este disco. Incluso se agradece el que no exista esa necesidad categórica de crear un solo donde quizás no lo debía haber, reinando la consistencia de la composición y no las aportaciones individuales de cada componente.
La primera parte del disco, hasta Evermore, la consumes sin esfuerzo disfrutando de un inmenso Portnoy, con temas originales y muy bien facturados. Los tres primeros cortes, quizá lo mejor del album, recuerdan al sonido del segundo disco del Six Degrees of Inner Turbulence. La variedad del disco se enriquece con temas más oscuros como el a Man can Feel, y preciosos sólos gilmourianos como en Rose Colored Glassed de manos del gran Roine Stolt. La segunda parte de The Whirlwind pesa un poco más pese a existir uno de las mejores fragmentos progresivos del disco en Is it really happening? o el gran final con el reprise de Whirlwind. En este segundo tramo del disco es donde aparecen composiciones más cansinas como Set me us free, Lay down your life o la interminable Dancing with eternal glory, que hace florecer mi antipatía por la voz y las composiciones de Neal Morse.
Si os quedáis con ganas os podéis hacer con la edición especial con un segundo cd de ocho temas más,  compuesto por cuatro cortes propios y cuatro versiones. De los temas escritos por Transatlantic son agradables Spinning y Lenny Johnson, mientras que de las versiones me quedo con la de Soul Sacrifice de Santana.
En resumidas cuentas: pedazo de disco, con la pega de ser un poco largo, con un peligro potencial de escuchar a Neil Morse más de lo debido (pero para eso lo he hecho yo por vosotros), pero que ofrece a un Mike Portnoy sublime y ayuda a ver más allá de las actuales inciertas aguas de los DT. El trabajo de Stolt y Trewavas es impecable, y aunque siempre habrá alguien que eche de menos una guitarra más virtuosa o más afilada, o a un mejor teclista, el disco merece la pena, y mucho. Disfruten.